¿Modelo europeo o ruso? Al elegir este domingo entre la presidenta saliente Maia Sandu y el exfiscal Alexandru Stoianoglo, los moldavos confrontan una cuestión crucial sobre la orientación geoestratégica del país.
Sandu se perfila como una ferviente defensora de la integración occidental, proeuropea y partidaria de la OTAN; mientras que Stoianoglo cuenta con el respaldo de sectores socialistas rusos. Dos posturas ideológicas diametralmente opuestas.
Como sucedió en las elecciones legislativas de Georgia el 26 de octubre, también exrepública soviética, se prevé un resultado ajustado. Mientras tanto, algunos temen posibles interferencias rusas en el proceso electoral, acusaciones que Moscú desmiente categóricamente.
En la primera vuelta, Sandu obtuvo el 42.5% de los votos, pero no logró imponerse de forma definitiva. Su rival, quien recibió el 26%, puede en esta segunda vuelta contar con el respaldo de varios candidatos menores.
Entre ambas rondas, Sandu y sus partidarios intensificaron la campaña en redes sociales y zonas rurales, con el fin de contrarrestar lo que califican como prácticas de compra de votos por parte del bando contrario, señalando que estas prácticas pudieron haber empañado el resultado del referendo, que finalizó con un 50.46% a favor del «Sí» a hacer parte de la Unión Europea, que se celebró el 20 de octubre junto con la primera vuelta electoral.
La adhesión europea, en juego
El referendo buscaba decidir si se establecía como objetivo constitucional la adhesión de Moldavia a la Unión Europea. Desde la presidencia, confiaban en una victoria clara del «Sí» y en la reelección de Sandu en primera vuelta. Sin embargo, los resultados distaron de las expectativas.
Para el bloque proeuropeo, fue un duro golpe. Visiblemente decepcionada, Sandu acusó a «grupos criminales, en alianza con fuerzas extranjeras contrarias a los intereses nacionales de Moldavia» de haber «atacado al país mediante millones de euros, mentiras y propaganda».
En su mensaje final a los 2.6 millones de votantes, Sandu, ex economista del Banco Mundial, exhortó a sus compatriotas a movilizarse para que «los votos honestos» prevalezcan. «No ceder a los estafadores» se convirtió en el lema de una campaña tensa, y la policía emitió advertencias a la población mediante mensajes telefónicos y altavoces en supermercados: «Si le ofrecen dinero para votar contra un candidato, rechácelo».
Por su parte, Stoianoglo prometió ser «el presidente de todos» y negó «tener vínculos con el Kremlin» o estar involucrado en «fraudes electorales». Al emitir su voto junto a su esposa e hijas, Stoianoglo abogó por «una Moldavia que no pide limosnas, pero desarrolla relaciones armoniosas tanto con el este como con el oeste».
Un país fuertemente polarizado
Moldavia es un país pequeño, exrepública soviética situada entre Ucrania y Rumania. Sin grandes recursos, depende considerablemente de la ayuda europea, pero también es una nación profundamente dividida. En las áreas urbanas y entre la diáspora se apoya en gran medida la integración europea, mientras que en las zonas rurales y en dos regiones particulares (Transnistria, separatista; y Gagaúzia, autónoma) las simpatías tienden hacia Rusia.
En Chisináu, una jubilada de 56 años que prefirió el anonimato lamenta que «la esencia soviética sigue impregnando hasta los huesos» del país. Natalia Grajdeanu, organizadora de bodas de 45 años, viajó desde Irlanda, donde reside. «Somos un país pequeño con un gran corazón y queremos que Europa sea nuestro hogar», dijo a la agencia de noticias AFP tras depositar su voto en la urna.
Otros, como Zinovia Zaharovna, de 75 años, rechazan la integración en la Unión Europea, insistiendo en la necesidad de mantener la independencia y la paz. «Muchos temen verse arrastrados a la guerra», explica Andrei Curararu, del grupo de reflexión WatchDog, y prefieren «un candidato que mantenga buenas relaciones con Moscú, pues ven en eso la garantía de no ser atacados».
Moldavia, Georgia y Armenia, ex repúblicas soviéticas del Cáucaso, ocupan una frágil línea geoestratégica entre Rusia y la Unión Europea, un enfrentamiento entre ambas partes que se ha intensificado desde el inicio de la guerra en Ucrania. El 26 de octubre, Georgia celebró unas elecciones legislativas marcadas por la tensión, en las que el partido en el poder, Sueño Georgiano, conocido por su cercanía a Moscú, ganó con el 54% de los votos.
La presidenta de Georgia, Salomé Zourabichvili, quien se ha convertido en una figura opositora al gobierno, solicitó a los europeos que investiguen los resultados, considerados fraudulentos por la oposición.
En este contexto, los resultados en Moldavia son esperados con gran expectativa. Los centros de votación abrieron a las 7 de la mañana hora local y cerrarán a las 9 de la noche, se espera conocer los primeros resultados parciales una hora después.
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