Por: Luis Eduardo Jaimes Bautista/ Leyendo las noticias de los principales diarios del mundo, entre los análisis de la gran prensa capitalista, se ha quedado en el tintero un titular que diga: “Morir de hambre o de coronavirus”. Solo la ONU, ha manifestado que contagiarse o morir de hambre: el dilema de los trabajadores durante esta pandemia que no ha llegado a su fin.
En numerosos países (o como el nuestro Colombia), las medidas de contención de la Covid-19 no pueden ser aplicadas eficazmente porque estas personas necesitan trabajar para alimentar a sus familias. Esto compromete los esfuerzos de los gobiernos dirigidos a proteger a la población y puede ser fuente de tensiones sociales. Como ya se están viendo.
En un gobierno tan débil como el nuestro, cuando se empezaron a aplicar las pruebas PRASS, en los sectores pobres donde existían brotes, las familias, no cumplían con los protocolos. Como medida, cerraban las puertas y no dejaban entrar a los funcionarios de la salud para hacer pruebas aleatorias, y eso que llevaban la fuerza pública para que los protegieran.
Esto quiere decir, que toda esa gente que vive en su mayoría del rebusque no querían someterse a los tamizajes, porque si salían positivos, irían a parar al confinamiento, en unas viviendas donde viven hacinados totalmente y sin medidas sanitarias.
Una muestra que a la hora de elegir escogen: morir de hambre en la casa o de coronavirus en la calle. Si tenemos una sociedad con unos patrones, que jamás los van a cambiar y está demostrado. El propio instinto de autoconservación es su búsqueda del pan en ellos. Porque el hambre y la pobreza han sido las verdaderas pandemias que azotan la humanidad, y el gobierno toma medidas politiqueras de mercados para alimentar su corrupción.
Lo que está haciendo la pandemia del coronavirus es desnudar un sistema, que improvisa con mentiras, situaciones que se han salido de las manos para favorecen a los ricos, con el solo decir que hay que salvar la economía. Un ejemplo Avianca recibe del Gobierno Nacional un préstamo de 370 millones de dólares, cuando allí funge como Vicepresidenta Sénior de Relaciones Estratégicas, hermana de sangre del Presidente Iván Duque, María Paula Duque, … eso no se llama conflicto de intereses en la legislación colombiana, cuando los microempresarios y pequeños propietarios de negocios están en la quiebra totalmente. Dineros que podían a esta gente en préstamos y generar empleo para darle de comer a unas 250 mil familias de colombianos.
Pero la suerte de los pobres está echada, porque el gobierno cada día les quita a los trabajadores garantías y derechos: las pensiones con la supuesta reforma, la salud o el derecho a la en paz y el resarcir de las víctimas del conflicto armado. Pero las ilustres calvas de pensadores del Estado, en cabeza del peludo Ministro de Hacienda, quieren aprovecharse de la crisis para que los pobres se mueran de hambre y más violencia como está sucediendo en esta pandemia.
La crisis que vivimos en el país, del Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen de Chiquinquirá no la desató la covid-19, sino las decisiones del gobierno, escudado en su nauseabundo mundo del poder fascista, situaciones que ya venía padeciendo desde los anteriores mandatos y de este cuatrienio que se está llevando el máximo número de estrellas negras; hasta que le cayó en bandeja de barro la pandemia, para tomar las decisiones autoritarias que viene implantando.
La ironía del siglo, la serie de decretos o normativa de la emergencia económica, que suman 164, y faltaran más, en donde un presidente de Colombia en toda su vida republicana ha firmado, cosa jamás vista, volteando totalmente la Constitución política de Colombia. Sin que exista la palabra: Estado Social de Derecho.
Y continuando con el tema de la columna, aunque sean sus vertebras que están dejando totalmente discapacitado al pueblo colombiano o minusválido. Los boletines del DANE sobre desempleo y crecimiento económico, no creo en las cifras de los colombianos que viven del día a día, crecen, lo que significa que casi la mitad del país debe elegir entre enfermarse, morir o enfrentarse a la covid-19 para no morirse de hambre.
Los verdaderos dueños del país, sostienen la quimera que están perdiendo dinero, y si buscan la vacuna que también es otro sofisma de distracción en las pruebas que piensan hacer en el país, para ellos que la pueden comprar, los pobres les tocará buscar el remedio en la infinidad de bebedizos para prolongar la muerte, lo cual contra el hambre sino se le inyecta la vacuna de SARS-CoVI2.
Ante esta situación y con los acontecimientos que está viviendo el país, por la muerte de un ciudadano en Bogotá a manos de la policía que fue brutalmente fue torturado hasta darle muerte, será otra página de la historia colombiana que hará parte de nuestras desgracias del Gobierno del Centro Democrático en cabeza del Presidente Iván Duque. Y como dice la lora acá no pasa nada.
*Poeta y escritor.
Twitter: @bizonteamarill1