En el continente americano, si hay un fenómeno que no es nuevo, es la migración. Sin embargo, lejos de ser grabada en piedra, esa dinámica se moldea a lo largo de las décadas, acoplándose a los contextos de esta región del mundo.
En los últimos años, por ejemplo, el cambio se observó en la procedencia de los migrantes. Diversas crisis en Sudamérica y el Caribe han empujado nuevas movilidades hacia Estados Unidos, familias enteras que van huyendo del colapso económico de Venezuela, de la inseguridad en Haití, de los efectos de la pandemia de Covid-19, de las medidas autoritarias en Cuba o del crimen organizado en Ecuador.

El cambio también se leyó en los números: las Américas están experimentando niveles récord de migración. Y 2023 fue un año histórico, con respuestas políticas cada vez más polifacéticas, para hacer frente o acompañar esa migración. Estas medidas, así como la economía, la seguridad y otros factores de los países de origen, influyen en las intenciones migratorias. Sin embargo, si algo ha dejado claro la historia es que la movilidad humana en América ha llegado para quedarse.
¿Qué tendencias se pueden esperar para 2024 en términos de migración? France 24 elaboró una lista de posibles movimientos a seguir de cerca este año.
Nuevas rutas marítimas
Este año, se debe prestar especial atención al mar. Cuando pensábamos que el Tapón del Darién era lo más cruel que se podía imaginar, ya están apareciendo rutas todavía más mortales. A medida que esa selva entre Colombia y Panamá, así como otras rutas terrestres, se vuelven más difíciles de atravesar, debido a crecientes esfuerzos de contención de las fuerzas de seguridad locales, los migrantes miran cada vez más hacia el océano.
La migración marítima en el Caribe ha aumentado exponencialmente en los últimos dos años; y sólo en 2022, el Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) documentó 321 muertes y desapariciones de migrantes en ese cuerpo de agua.
El mar Caribe se caracteriza por difíciles condiciones climatológicas que complican la navegación; y las embarcaciones sobrecargadas y artesanales que no están diseñadas para realizar cruces de alta mar dejan a los que van a bordo muy vulnerables.
También, es probable que se presenten «naufragios invisibles», de los cuales ni las autoridades oficiales ni los medios de comunicación se enteran, dejando a las aguas color turquesa como únicos testigos de innumerables muertes.
El especialista de la OIM en Inmigración y Gestión de Fronteras para las Américas, Olivier Tenes, contó que muchos de los dueños de esas embarcaciones eran antiguos pescadores que veían en el tráfico de personas una oportunidad económica preferible a la pesca, ya que los migrantes pagan miles de dólares por intentar cruzar el mar Caribe.

En 2022, la OIM propuso un modelo de jurisdicción para la comunidad de naciones caribeñas, – la Caricom -, para los casos de interceptación de esos barcos y traficantes de personas. Ese modelo fue aprobado y ahora «estamos en fase de acompañamiento para actualizar las leyes de cada país, y así poner en práctica protocolos de cooperación», cuenta Olivier Tenes.
Migrantes ambientales: los rostros del cambio climático
«Refugiados climáticos», «desplazados medioambientales», «migrantes por crisis climática»… Es muy probable que estas expresiones figuren cada vez más en los periódicos y noticieros en 2024. Entre 1998 y 2020, los fenómenos climáticos y geofísicos causaron 312.000 muertes y afectaron directamente a más de 277 millones de personas en América Latina y el Caribe, según el informe sobre el estado del clima de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
En otras cifras abrumadoras, el Observatorio del Desplazamiento Interno reporta que los desastres naturales causaron 2,1 millones de desplazamientos internos en toda América en 2022. Y es que algunas de las naciones más vulnerables del mundo al cambio climático se encuentran en este continente. Una realidad amplificada por la desigualdad, la pobreza, el crecimiento poblacional, la ocupación de lugares de alto riesgo, así como la falta de una planificación sostenible de la explotación de los recursos naturales y políticas agrícolas conscientes.
Un fenómeno climático repentino, como un ciclón o graves inundaciones, puede desencadenar la decisión de migrar. Pero el desplazamiento también puede ser el resultado de un fenómeno a largo plazo, menos fácil de determinar, como lo puede ser una sequía prolongada o la erosión costera.
Entre los actores climáticos que ya tomaron importancia en el espacio mediático, está El Niño. Este episodio meteorológico ha causado estragos en los últimos meses, y se seguirá notando a lo largo de 2024, infligiendo lluvias por encima de la media en Ecuador y Perú, y provocando un mayor riesgo de sequía en regiones como el Corredor Seco Centroamericano, el norte de Argentina y gran parte de Brasil.
El cambio climático también podría traer consigo consecuencias económicas que deriven en migraciones. Efectivamente, el Banco Interamericano de Desarrollo pronostica que para 2030 podrían perderse 2,5 millones de puestos de trabajo en América Latina y el Caribe a causa de las olas de calor que afectan particularmente a las personas que trabajan al aire libre.
La mayor parte de la migración relacionada con el cambio climático es interna, en particular de zonas rurales a zonas urbanas. Pero se trata de un reto político que merece atención, tanto a escala nacional como internacional. «Desafortunadamente, no se dedican los recursos suficientes para encontrar soluciones. Lo vemos con las COP (Conferencias de la ONU sobre cambio climático): se proponen objetivos, pero no responden a las necesidades», explica Olivier Tenes.
Sin embargo, el experto subraya algunas políticas innovadoras y prometedoras en el continente, como lo es el visado propuesto por Argentina para desplazados por desastres socio-naturales de México, Centroamérica y el Caribe.
La migración, en el corazón de las disputas electorales
En 2024, América Latina afronta un intenso año electoral, con seis elecciones presidenciales: en Panamá (5 de mayo), República Dominicana (19 de mayo), México (2 de junio), Uruguay (27 de octubre) y Venezuela (fines de año). Y más al norte, Estados Unidos, también celebrará elecciones presidenciales en noviembre, y obviamente estas desempeñarán un papel de primer orden en la región en cuánto a movilidad humana.
El tono ya fue dado con los debates de las primarias del partido republicano donde se han escuchado bastantes propuestas provocadoras. El expresidente Donald Trump, -siguiendo el rumbo del discurso que lo llevó a su primer mandato- , ha prometido tomar medidas enérgicas contra la migración ilegal y restringir la inmigración legal en caso de ser electo, cancelando programas de alivio migratorio y agilizando deportaciones. «Se está generando en Estados Unidos una coyuntura político-electoral que puede conducir a un endurecimiento de las medidas migratorias», analiza Tonatiuh Guillén, excomisionado del Instituto Nacional de Migración de México, para France 24. «Joe Biden puede apostarle a endurecer su posición hacia el refugio de personas, para ganar apoyo. Es una paradoja pero Biden está a un paso de repetir las políticas de la era Trump, que él mismo calificó de inhumanas».
Hay que cambiar este esquema de una migración del Sur hacia el Norte, porque hay varias naciones en el continente con economías fuertes que están en toda la capacidad de recibir migrantes», Olivier Tenes, especialista de la OIM en Inmigración y Gestión de Fronteras para las Américas.
Efectivamente, el Senado de Estados Unidos publicó esta semana un proyecto de ley que contempla destinar 118.000 millones de dólares para endurecer distintas líneas de la política migratoria del Gobierno del presidente Joe Biden. «Si se convierte en ley, sería el conjunto de reformas más duras y justas para asegurar la frontera que hemos tenido en décadas», refirió la propia Administración Biden en un comunicado.
El experto de la OIM, Olivier Tenes, recuerda sin embargo un cambio de paradigma en Estados Unidos desde la llegada del presidente demócrata al poder «con un voluntad de abrir más vías de migración regular, por ejemplo con las oficinas de Movilidad Segura», refiriéndose al programa de vías de admisión regular a Estados Unidos desde Guatemala, Colombia y Costa Rica. «El siguiente paso sería abrir una oficina en cada país. Y no limitar los destinos a Estados Unidos y Canadá. Hay que cambiar este esquema de una migración del Sur hacia el Norte, porque hay varias naciones en el continente con economías fuertes que están en toda la capacidad de recibir migrantes».

También será la primera vez en 12 años que Estados Unidos y México celebren elecciones en el mismo año, y el futuro de la cooperación bilateral para 2024 dependerá en gran medida de estos resultados. Expertos ya han expresado su preocupación de que esa coincidencia en la agenda derive en mayores restricciones a la frontera. «El peso de Estados Unidos en las decisiones políticas migratorias de México es decisivo», insiste Tonatiuh Guillén. «Los grandes cambios negativos que empezaron en 2019 fueron influenciados por el Gobierno de Estados Unidos: el Título 42, Quédate en México, la discusión sobre el muro, etc».
Según el experto, es probable que persista este alineamiento de políticas: «La candidata presidencial Xóchitl Gálvez está quizás un poco más alineada con los objetivos de derechos de refugiados que su oponente Claudia Sheinbaum, que no ha hecho ningún pronunciamiento. Sin embargo, no está claro, las dos dieron posicionamientos muy genéricos. En buena medida porque la cuestión migratoria no es un asunto electoral central. Cotidianamente está en los medios, pero lamentablemente, dentro del debate político, es marginal».
El excomisionado del Instituto Nacional de Migración recalca por su parte el potencial de México como tierra de refugio, y la oportunidad que podría ser ese flujo de personas para los Estados mexicanos que necesitan fuerza laboral, pero lamenta que «la institución encargada de las políticas de refugio, la Comar, no ha tenido ningún incremento presupuestal desde hace varios años y sigue teniendo un tamaño pequeñito en el aparato del Estado. Eso traduce un interés del Gobierno igualmente pequeño. Y para mejorar su alcance, no implicaría mucho dinero, sino un cambio de actitud. De que se puede, se puede. De que se quiere, es otra historia…»
Haití se hunde aún más en una profunda crisis
El próximo gran desplazamiento de personas en las Américas se está gestando desde hace varios años, y puede ser que en 2024 deje de pasar desapercibido. Cientos de miles de haitianos han partido de su país desde que un devastador terremoto en 2010 causara la muerte de unas 220.000 personas, y dejara sin hogar a otro millón y medio. Pero este flujo constante de emigrantes se ve intensificado por el colapso de las funciones gubernamentales básicas, la persistente inestabilidad política y económica, y el aumento de la violencia de las bandas desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021.

Muchos de los haitianos que originalmente se trasladaron a Sudamérica ponen ahora sus miras en el norte, además de los que abandonan Haití por primera vez. La vía de la libertad condicional humanitaria a Estados Unidos ha sido una salida crucial para la protección y la migración regular, pero muchos se quedan todavía fuera.
México también se ha convertido en un creciente país de destino para los haitianos. La Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados recibió 34.677 solicitudes de asilo de ciudadanos de este país entre enero y agosto de 2023, el mayor número de todas las nacionalidades. Sin embargo, las tasas de reconocimiento de protección para ellos fueron notablemente inferiores a las de otras nacionalidades: 9%, en comparación con los hondureños, por ejemplo (89%).
«Es difícil prever el futuro de esta nación pero si la situación se estanca o empeora, es evidente que la migración va a aumentar», advierte Olivier Tenes. Frente a este panorama, parece necesario y urgente mejorar la coordinación regional. Aun así, la Caricom, de la cual Haití forma parte, pretende implantar su régimen de libre movilidad para todos los nacionales de sus 15 países miembros en marzo de 2024, con la excepción de los haitianos.
«Los haitianos tienen pocas opciones de vías regulares. Un tercio de la población no tiene documento de identidad, por lo que no pueden ni siquiera postularse a algún programa de refugio. Su única salida es zarpar en barco, con la esperanza de encontrar una tierra mas segura», concluye el experto de la OIM.
A menudo concebida como sinónimo de tragedia, la migración también puede generar cambios positivos en las Américas: enriquecer la diversidad cultural, reequilibrar demografías, contribuir a las economías de los países receptores… Si bien representa un reto importante para los gobiernos regionales, la integración también puede ser una oportunidad para países envejecidos o necesitados de fuerza laboral. 2024 podría ser un año para repensar la migración y adaptarse a un fenómeno que no muestra signos de reducción.