Por: Holger Díaz Hernández/ Este día y esta hora quedarán para siempre en la mente y el corazón de todos los santandereanos y de todos los hinchas del equipo, el 15 junio de 2024, a las 9:55 pm, en ese momento exacto, Aldair Quintana, ese extraordinario guardameta que hoy es el héroe de la liga, le tapaba el segundo tiro de penal al Independiente Santa Fe y el Atlético Bucaramanga se proclamaba, por vez primera en la historia “Campeón del Fútbol Colombiano”, después de largos 75 años.
Anoche escuchaba a un amigo contar que había visto el partido por la señal de Win+ junto a su padre de 81 años de edad, de los cuales, durante 72, había sido hincha del Atlético Bucaramanga y que después de ese momento del triunfo, les dijo a sus hijos que ya se podía morir tranquilo, no aspiraba a nada más en su vida.
De esta dimensión es el resultado de esta final, llena de emociones, de sueños, de alegrías, de sufrimientos, de gritar con la fuerza del corazón a punto del infarto los goles de nuestro equipo y el triunfo final vía los penaltis.
Lejos están ya las épocas en que burlonamente el club era conocido despectivamente como el “Artrítico Bucaramanga” y a sus jugadores como los “troncos” del Alfonso López, éramos el equipo Canario y no asustábamos a nadie por eso se tomó la decisión de convertirnos en Leopardos y rugir como los grandes, desafortunadamente siempre nos faltó cinco para el peso.
Pero más lejos aún, está la fecha de su fundación, el 11 de mayo de 1949, cuando inició su participación en la liga del fútbol colombiano, en donde sus mejores participaciones fueron en 1958 cuando fue tercero, el mismo puesto que en 1960, cuando perdió 5-1 con el Independiente Santa Fe, en 1975 fue cuarto, en 1990 nuevamente tercero, en 1997 logró el subcampeonato, su mejor resultado en casi cincuenta años y en 2016 terminó como cuarto mejor equipo.
Santandereanos siempre adelante, santandereanos ni un paso atrás
Este primer semestre del 2024 con la llegada del exitoso y experimentado director técnico Rafael Dudamel se generó gran expectativa, aunque a pesar de sus antecedentes y logros pocos le vaticinaban una estadía prolongada en la Ciudad Bonita, las más de las voces le aconsejaban hacer el contrato de arrendamiento de su apartamento máximo por dos o tres meses, la nómina del club para la temporada era más bien liviana, una mezcla de veteranos casi que desechados por otros equipos y de nuevas figuras aún no consolidadas en el mercado del rentado colombiano y las directivas del equipo cuya fama era que cambiaban más de técnicos que de ropa.
En la medida que el campeonato avanzaba el equipo se fue consolidando con un planteamiento 5-3-2, que le permitió un rendimiento del 60,4%, con 31 goles a favor y 16 en contra, el mejor de la liga.
Y la emoción de los hinchas fue creciendo lentamente, poco a poco, partido a partido, la ilusión de los hinchas por la primera estrella empezó a convertirse en una posibilidad más cercana, el ingreso al octogonal con el famoso “punto invisible”, auguraba cosas buenas y el último partido contra Pereira donde era obligatorio ganar y esperar que Millonarios que venía de capa caída, venciera al Junior de Barranquilla lleno de estrellas, era casi una utopía, pero como dijo un famoso filósofo charaleño, “el que va a ganar no pierde” y lo logramos.
Bucaramanga a la final del fútbol colombiano
Es aquí donde se consolida ese fenómeno de masas, de esos que ocurren muy pocas veces y los Santandereanos que somos famosos por el egoísmo, la envidia y el canibalismo, nos unimos en un solo cuerpo y con el liderazgo del gobernador del departamento, el general Juvenal Diaz, trayendo los niños de la provincia a conocer el estadio y disfrutar de los partidos por primera vez en sus vidas y con los medios de comunicación y de las redes sociales, sentimos que por fin teníamos la posibilidad cierta del campeonato, del triunfo, de la estrella, del reconocimiento nacional, de ir a la Libertadores, de salir de la posición de quinta categoría donde hemos sentido que nos han relegado nuestros dirigentes por décadas.
Despertamos, nos volvimos invencibles, en la final nos tocaba enfrentar y derrotar al Santa Fe y es posible que si nos ponen al Real Madrid también lo derrotamos.
En el juego de ida ganamos 1-0 con un equipo lleno de enjundia, de sentido de pertenencia, de amor por la camiseta y por la región, por nuestro Santander. Y en el de visita en Bogotá a pesar de la adversidad de estar en cancha extraña, en malas condiciones, con un estadio a reventar de hinchas rojos, en medio del frío y de un aguacero torrencial, estuvimos ganando hasta el minuto 82, pero en tres minutos nos empataron y entonces llegaron los penaltis y los jugadores se volvieron a crecer, sacaron la casta, la berraquera, el amor por su escudo, por sus sueños y los de todos nosotros.
Además, sucedió algo tremendamente grande, el país en su mayoría adoptó al Bucaramanga como su equipo, el país se volvió hincha de nuestro equipo. Gracias, por tanto.
Aquí ocurre algo particular, a pesar que el equipo se llama Atlético Bucaramanga, lo sentimos como un bien más del departamento, en el estadio el himno que se canta es el de Santander, el de la ciudad casi nadie lo conoce, en los 87 municipios del departamento sus habitantes son hinchas del Búcaros, aman a su equipo, lucen su bandera y su camiseta con orgullo.
Y el equipo nos unió como nunca lo habíamos hecho, el aire que se respiró en las últimas tres semanas de alguna manera era diferente y no solo por la expectativa del triunfo o por la estrella sino también porque henchidos de ilusión, de amor por la patria chica, por el deporte, por lo que somos, orgullosos de nuestros ancestros guanes, de nuestra cultura, de nuestros héroes y heroínas, de la revolución comunera, de la batalla del Río Pienta, de ser santandereanos.
Nos olvidamos de las diferencias políticas y personales y hemos sido uno solo, ojalá sigamos así, unidos en torno no solo al deporte sino también en los principios y valores que nos caracterizan y como dice nuestro himno: “Somos la raza que lucha y sueña en la conquista del porvenir y llevamos en nuestra sangre la libertad”.
Gracias profe Dudamel, gracias a todo el equipo, a todos los que en 75 años de historia pusieron su vida en busca del triunfo esquivo. que hoy por fin llego.
¡Gracias Búcaros!
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*Médico cirujano y Magister en Administración.