Por: Carlos Andrés Mahecha Silva/ La violencia en mi país no solo es o fue una guerra en las selvas o ciudades, se nos perdió algo de vista y es que una guerra tan larga crio y educó a colombianos que aún están en guerra y lo peor es que la llevaron a sus casas, a sus barrios a sus trabajos y hoy somos testigos de ese ataque hacia los demás por distintas razones con o sin razón, pero para nada uno es justo; por ejemplo, atacamos por un beso, por un equipo, por un político, por la religión, por el bollo de un perro entre otras.
La xenofobia no descansa, esto en una acalorada discusión de la cual fui testigo en plana celebración de la bendición del fuego y del agua para los católicos, la no aceptación desvió las oraciones hacia insultos y agresiones verbales, todo trascurría normal hasta que un joven realizó un comentario despectivo hacia los homosexuales, y defendiendo la posición violenta que tuvieron unas personas en el Centro Comercial Andino que fue noticia la semana antepasada y agregó que los “gays no deberían ir a misa” esto provocó reacciones y respuestas de inmediato de otro grupo de personas que no aceptaron esas palabras y empezó un debate que pasó al alegato, cada quien exponía sus razones, yo solo escuché intentando aceptar las razones que cada uno decía, ambos tenían la razón, sé que suena raro pero es verdad, ambos acudieron a argumentos totalmente valederos, los cuales son respetables.
Creo que ese fue el problema, no se respeta al otro en su diferencia, este hecho me hizo reflexionar de esa violencia que cada día más golpea a Colombia, ya que esa violencia ya no es solamente un conflicto armado, esa violencia hoy es social, entre cada uno de nosotros por diversidad de temas, creo que la síntesis es esa, los colombianos no hemos aprendido a respetar las diferencias del otro, que al no ser como yo o pensar como yo lo hace mi enemigo que hay que atacar y de alguna manera imponerme sobre los demás, esa actitud es equivocada generando odios y siempre estando a la defensiva.
Que estamos permitiendo al naturalizar los hechos que cada día sabemos o vemos, no permitamos en que esto se haga parte de lo cotidiano, no lo aceptemos y aprendamos a respetar y aceptar la diferencia del otro por más que no la compartamos, no podemos seguir así porque un día pasaremos de las ofensas y agresiones verbales a las agresiones físicas y no solo seremos testigos de un alegato, sino que además veremos muertos por la intolerancia que cada día crece y se mete más en nosotros.
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