Por: Carolina Rojas Pabón/ Según datos de la Unesco, en el mundo 978 millones de estudiantes fueron afectados por el cierre de los colegios, sin embargo, de manera gradual varios países han ido descongelando esta medida.
Colombia culmina el calendario académico 2020 con nuestros niños, bajo la modalidad aprendizaje en casa, que finalmente nunca fue un modelo unificado de aprendizaje, tampoco fue parecido a lo que significa realmente la educación virtual.
Cada niño vivió y desarrolló en casa un proyecto educativo ajustado a las posibilidades de su entorno familiar, social y económico; sin obviar por su puesto al padre de familia que tuvo que redoblar sus esfuerzos y preocupaciones para sacar este reto adelante.
La mayoría de maestros se la jugaron toda por sus estudiantes, soportando la limitación de hacerse comprender a través de una pantalla y reinventándose con sus propias herramientas cada día para no perder la atención de sus alumnos.
Otros maestros, en un porcentaje bajo, pero los hubo, perdieron conexión con sus alumnos se limitaron a llenarlos guías, sin explicaciones claras y la imagen de sus cámaras permaneció apagada, al igual que la ilusión de sus estudiantes.
Los directivos docentes pasaron el 2020 diseñando, planeando y respondiendo al día a día con las necesidades de su Institución para sacarla adelante en tiempo de pandemia; simultaneo creando una Institución con miras a la Alternancia 2021.
Los líderes sindicales del país marcharon para garantizar condiciones dignas de bioseguridad para su agremiación, increíble, pero a puertas del 2021 los maestros de las instituciones educativas públicas aún no tienen resuelta su petición.
Finalmente, parece estar cerca la culminación de este año escolar atípico, donde nuestros niños fueron sometidos, por todos, a un encierro silencioso, en el que su desarrollo emocional, mental y académico en la mayoría de ellos, tiene un estancamiento igual al de la economía del país.
El Gobierno del Reino Unido llevó a cabo un estudio a través de Public Health England, el cual derribó algunos mitos respecto que los niños serían foco de propagación del virus si las Instituciones educativas retornan a la presencialidad.
Dicho estudio se realizó en los algunos países; en los meses de junio y julio en Inglaterra y en septiembre en Francia, donde luego de la reapertura de los colegios el porcentaje de contagio fue de un 0.01% al interior de las Instituciones Educativas, donde el foco no solo fueron los niños, sino también el personal en edad adulta.
Como éste, existen más documentos que hablan que los niños corren igual o más riesgo de contagio en casa por los adultos que hace meses retornaron a la normalidad que retornando a las aulas de clase con los debidos protocolos de bioseguridad.
Seguir guardando los niños en casa; mientras los padres están activos en su cotidianidad, las visitas de familiares cercanos son más frecuentes y las salidas de fin de semana se retomaron, no tiene sentido.
Es justo, darles la oportunidad a los niños de reactivarse, de ver y hacerlos responsables en la nueva normalidad que corresponde enfrentar ahora, enseñándolos a vivir y convivir con las normas de bioseguridad.
Ahora bien, así como las autoridades y hogares colombianos requerimos alivios económicos, tributarios e incentivos para recuperarnos de esta crisis que nos ha golpeado a todos; nuestros niños también lo requieren.
Las autoridades en educación y los docentes deben reconocer que nuestros niños transitaron por un año que emocional y académicamente no coincide 100% con lo que registran los informes de cierre de año escolar.
En las mencionadas guías de tareas y evaluaciones, tanto padres de familia, como cuidadores, en la mayoría de los casos, aportaron su conocimiento, en procura de ayudar al colapso que vivían nuestros niños en esta modalidad.
Así como varios temas de asignaturas fundamentales para el aprendizaje de lo que viene en 2021 pasaron sin pena, ni gloria.
Los niños desmejoraron en sus habilidades comunicativas y para desenvolverse solos en sus pruebas de conocimiento, pues los apuntes fueron insuficientes, así como la comprensión de temas de asignaturas básicas diseñadas para la presencialidad.
Quienes eran líderes apagaron un poco su entusiasmo, a los tímidos la cámara les dio valentía, los autónomos están un poco inseguros y los dependientes más tranquilos.
Es obvio y normal que los niños cambian todo el tiempo, pero en materia de competencias y habilidades en educación los adultos deben entender que tenemos niños distintos por causa de la pandemia.
El regreso a clases 2021 no puede quedarse en la foto de la distancia de las sillas, en el gel antibacterial por los pasillos y la tecnología que implementaran para quienes en simultáneo van trasmitir la clase presencial y en casa.
El regreso a clases 2021 debe estar enfocado en las falencias, necesidades y expectativas tanto académicas, como emocionales que llevan nuestros niños. Ellos también requieren alivios para mostrar resultados.
Continuar con los proyectos educativos como si el 2020 hubiese sido presencial, sería un desestimulo, es preciso un refuerzo en asignaturas básicas; así como incentivar el aprendizaje en habilidades para la vida.
El 2021 en materia de educación debe ser ajustado a la realidad de los niños mientras estuvieron en casa; más allá de correr con los contenidos, es afianzar los que son indispensables para la continuidad del conocimiento.
Respecto las relaciones interpersonales en los niños, muchas amistades culminaron por el uso de las redes y exceso de wasap, donde ellos aún no tienen la madurez para enfrentarlo. Al retornar esto ha de ser un tema para su reactivación.
Esperemos que las autoridades en educación tengan el tiempo para simultáneo al equipamiento material y adecuación de infraestructura; diseñen también el regreso a clases que los niños verdaderamente necesitan.
*Abogada Unab, Especialista en Derecho Administrativo y en Derecho Constitucional U del Rosario.
En curso Maestría en Políticas Públicas y desarrollo Unab.
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