Por: Wilson Mora/ El Concejo de Bucaramanga está conformado por 19 corporados que para este periodo representan a ocho partidos políticos, de los cuales ninguno acompañó en la etapa electoral la propuesta de gobierno municipal que fue elegida y que desde el mismo momento que dio la primera declaración a los medios de comunicación, el alcalde pidió a gritos que no quería gobernar con los concejales y que ellos debían ejercer el control político mediante la figura de la oposición, figura que no se registraba desde la época en que había sido elegido el Dr. Luis Fernando Cote Peña, (hace 20 años aproximadamente).
En el ejercicio de gobierno de la ciudad, la gran diferencia es que en ese entonces el alcalde elegido sin el 94% de los concejales electos se dedicó a gobernar y siendo respetuoso sin vincularos a gobierno pudo sacar adelante su plan de desarrollo.
Caso contrario con el actual mandatario, los concejales representan los sufragios electorales de 220.000 habitantes que sumaron los concejales elegidos (93,6%) de un total de 235.000 votos válidos para esta Corporación frente a 77.000 votos que eligieron el alcalde, lo que significa tan solo un 32.7% de estos ciudadanos a pesar de que sus candidatos al Concejo no apoyaban la propuesta de gobierno del actual alcalde decidieron votarle.
Ahora, si lo vemos de otra manera, el total de votos para la alcaldía fueron 234.000 manteniendo el mismo 33% de representación política, porque llámesele como se le quiera llamar, el alcalde siempre será un representante político del pueblo que lo elige, así se haya candidatizado por firmas o por nuevos partidos independientes. Ojo el 77% de los electores no creyeron en el alcalde ganador, este mandatario se dedicó a declarar la guerra frontal mediática contra el prestigio de lo que representa el Concejo Municipal, preocupándose más de su imagen favorable en las encuestas que por el seguimiento y cumplimiento de sus promesas electorales registradas para su cuatrienio de gobierno.
Eventos como estos son los que están sirviendo de argumento por algunos sectores de gobierno nacional y fuerzas parlamentarias para incluir en la muy segura reforma política que se dará después de las elecciones presidenciales, de incluir la segunda vuelta en la elección de alcaldes inicialmente en la ciudades capitales de departamentos, con el fin de lograr una mayor legitimidad de verdadera representación del pueblo, ya que como lo mencioné anteriormente, en el caso de Bucaramanga solo representa un 33% del sentir ciudadano que se manifestó en las urnas.
Con respecto a la segunda vuelta presidencial que se incorporó en Colombia por la Asamblea Nacional Constituyente, la Revista Semana publicó: “el repechaje pretende darles mayor legitimidad a los elegidos, gracias a un apoyo popular masivo a sus candidaturas y al requerimiento de un triunfo por la mitad más uno de los votos. Al mismo tiempo, busca favorecer a las minorías y dar a las terceras fuerzas la posibilidad de negociar alianzas con los partidos mayoritarios y tomar parte efectiva en la vida política.
Históricamente la exigencia de una mayoría absoluta en la primera vuelta se deriva del derecho eclesiástico, pues era así como se elegían los canónigos en las ciudades romanas del Imperio. Según la teoría de la Curia, a falta de unanimidad para la elección, sólo la mitad más uno de los votos podían traducir la voluntad del colegio electoral. De no ser obtenida la mayoría absoluta en primera vuelta, los candidatos con mayor apoyo debían someterse a una segunda votación que determinaría por mayoría simple cuál de ellos sería el ganador”.
El resultado electoral permitió que solo el 52.6% de los concejales obtuvieran su reelección y que llegaran nueve concejales nuevos de los cuales siete lo hacían por primera vez, a pesar de que representaban el 47.4% el alcalde optó por consolidar un discurso populista en contra de la imagen de toda la corporación argumentando eventos que hasta la fecha no se han traducido en denuncias disciplinarias ni penales de todos los señalamientos que utilizando su poder y recursos a través de las redes y principales medios de comunicación se califique de corruptos y oportunistas al segundo órgano administrativo de los municipios que por ley está definido.
Han pasado ya dos años largos del actual mandato y el programa de gobierno registrado solo se ha cumplido en un 28% y con declaraciones públicas de no poder realizar los programas banderas que manejaron las ilusiones y emociones de los electores como el caso de las 20.000 viviendas gratis y el Metrolínea estrato 20 y llevar la ciudad a ser la nueva Barcelona de América, argumentaron la inoperancia en una supuesta quiebra y falta de recursos que contradice los saldos certificados de los bancos y los rendimientos financieros publicados que oscilaron para el año 2016 en casi 16.000 millones de ganancias, que calculados a la tasa bancaria, deben haber estado durante más de 10 meses una suma aproximada de 230.000 millones, mientras que para ese mismo año el cumplimiento de los indicadores de todos los programas solo llegaron al 10%.
Recordemos que en la función pública los impuestos y recursos que ingresan a las arcas del Municipio, su principal finalidad es financiar un presupuesto aprobado basado en un plan de gobierno, aunque suene incomprensible, esos recursos son para gastarlos no para ahorrarlos, pero invertirlos en forma eficiente y que alejen el fantasma de la corrupción… Como quien dice, los únicos favorecidos con el actual gobierno es el sector bancario y no el sector poblacional. Recordemos que ese sector bancario es el mismo que financia los proyectos de la empresa particular del alcalde. La pregunta que me queda en el imaginario es: ¿Si el alcalde representara el 51% de las fuerzas políticas que mueven una ciudad, sería igual la presión social y la responsabilidad para con la ciudad, comparada con la situación vivida en la actualidad? En donde la sociedad silenció su voz de protesta ante una estrategia que dio los resultados esperados y manipulados por el Mandatario.
Vale la pena analizar si el modelo es válido y debe mantener vigencia o requiere que realmente quien los gobierne goce de una mayoría absoluta que legitime más su propuesta gobierno e integre las diferentes expresiones políticas de la comunidad. Hoy fue un alcalde elegido solo con el 33% de la expresión electoral en las urnas, que pasará si mañana por la misma oportunidad que hoy por hoy el sistema da, de tener múltiples candidatos ese porcentaje baja a un 25 0 20%… representaría lo que realmente quiere el pueblo en nuestro sistema democrático, recuerden que cuando más baja es la participación que representa un gobernante, más alto es el modelo dictatorial de gobierno.
La misma publicación de la Revista Semana menciona: “Pero puede que en Colombia el mecanismo no sea muy útil. En primer lugar porque el país nunca ha sido de minorías políticas sino, por el contrario, de un bipartidismo ancestral. Una cosa es evitar que alguien gane con el 20 por ciento de los votos y otra que gane con el 45. Por otro lado, a diferencia de casi todos los países en donde opera, el voto no es obligatorio y el abstencionismo ha sido una constante histórica”.
Después de más de 20 años de ese reportaje este modelo es el que ha dado oportunidades históricas para la participación en el poder de los partidos minoritarios y de nuevas expresiones políticas que pueden incluso aspirar al poder nacional con márgenes altos de posibilidades de triunfo… En camino la segunda vuelta.
Twitter: @WilsonMora8890