Por: Oscar Prada/ Esa es la cuestión. Soportar con paciencia las adversidades de un infortunio injusto; o resistirse con brío al torrente adverso. ¿Qué acto será más noble, en una sociedad tan polarizada como la nuestra?[1]
Un mar de interpretaciones a raíz del día cívico del pasado viernes. Un incentivo para ahorrar agua, esa es la principal razón en que se fundamenta el ejecutivo. Sin embargo, muchas posiciones encontradas.
¿Se puede ser, y no ser al mismo tiempo? Pareciese que tomar posturas que no se ajustan a alguno de los extremos, es leído como un apoyo al lado opuesto por las personas de a pie.
Como simpatizantes del gobierno, fueron interpretadas las posturas de aquellos, que les pareció adecuado declarar un día cívico, con el fin de reducir el consumo de energía eléctrica y agua.
Denominados detractores del gobierno; aquellos que no acogieron del todo el día cívico, y concibieron la medida como un distractor, debilitante a la manifestación antipetrista del 21 de abril.
La serenidad y la falta de apasionamiento en una respuesta generan desconfianza. Los extremos desean vehemencia en las réplicas; y ante todo, una actitud clara y sin puntos medios. La tibieza del silencio no es opción.
Ser objetivo, observando puntos buenos y malos en cada extremo, es poco fiable para el grueso de las personas. Estas últimas, esperan una contestación monolítica y predecible. Apoyar un ideal, formulando cuestionamientos al mismo tiempo, no es compatible para la sociedad. Se es blanco o negro; fuera de ello, no se es nada.
El sí y el no; blanco y negro; derecha o izquierda. ¿Ser, o no ser?; si tomamos una opción, excluimos a las demás. O se lucha, o se soporta; como lo dicen las primeras líneas; no se puede optar por una tercera vía.
Los extremos irreflexivos son posturas que a menudo no admiten reconciliación. Ante una sociedad en la que sus miembros se piensan de forma individual; mas no en colectivo, es dificultoso edificar consensos.
Pensar soberbiamente que tenemos la razón sin escuchar al otro. El pecado social por excelencia. De pensamientos radicales que creían tener la razón absoluta, se han justificado las peores barbaries de la humanidad.
Con tal de no darle la razón al otro; las personas respaldan las ideas del redil al que pertenecen, así sean perjudiciales para los demás. Los colombianos estamos más familiarizados con una tozuda y sangrienta bestialidad.
Guardar silencio como respuesta, es leído como un acto combativo. La persona que expresa su pensamiento busca respaldo en el receptor. El silencio no otorga ese apoyo deseado; sin embargo, no necesariamente es oponerse. Son dos cosas distintas.
Callar es ser, y no ser al mismo tiempo; eso es muy azaroso para las personas. Aquellas no tienen certeza de lo que piensa el otro. Hablando con detractores del gobierno; el silencio fue usado en mi contra.
Ser una persona de treinta y tantos, que cuestiona por naturaleza y que guarda silencio en ocasiones; fueron motivos suficientes para hacer suposiciones apresuradas. Fue solo eso, meras suposiciones.
Parto de la buena fe, y pienso que para la mayoría de las personas es mas tranquilizante y seguro emitir sus juicios, así no estén bien; lo importante es calificar a sus semejantes para saber a qué atenerse.
Se puede ser, y no ser. Apoyar parcialmente ciertos temas y cuestionarlos, es válido; por no decir que necesario y trascendental. Ni luchar ni soportar, son los dos únicos caminos nobles socialmente. Quizás para algunos, estas líneas sean una oda a ver ballenas. ¿ser, o no ser?, ¿qué opinan?
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*Estudiante de Derecho
Contacto: 3017716507
X: @OscarPrada12
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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[1] Tomado de la Obra Hamlet. William Shakespeare