Por: Julio Cesar Ardila Torres/ Me dirijo a todos aquellos sinvergüenzas que acechan, maltratan, abusan y reclutan niños para el comercio o para la guerra y también al Estado paquidérmico que le robo el tapa ojos a la justicia para no ver lo que está sucediendo y opta por hacerse el loco ante una situación tan grave que lleva mucho tiempo en desarrollo y que ha llegado al punto de tener que emberracarnos y como sociedad organizarnos para impedir que se sigan violando los derechos de los niños y niñas.
No hemos aprendido que los problemas y situaciones que vive un niño o niña actualmente en Colombia son más graves que las que sortea a diario siendo adulto toda vez que su casi nula posibilidad de defensa, entendimiento y comprensión real de la situación le impiden desarrollarse a voluntad lo que es aprovechado por el morboso que acecha desde afuera o de puertas para adentro, por el jíbaro que lo atrapa para su basucomercio, el degenerado que lo golpea por que se le da la gana y los bandidos de los grupos armados ilegales llamasen güerillos, paracos o bacrim que los secuestran para ponerlos de escudo o carne de cañón con el cuento que la vida de un niño o niña vale menos que la de un bandido entrenado.
Normas existen muchas pero no sirven de nada en lo absoluto o de qué sirve que la Constitución Nacional en su artículo 44 reconozca la prevalencia de los derechos de las niñas y niños o que los tratados internacionales de derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario prohíban el reclutamiento y la utilización de niños y niñas en la guerra o que el Derecho Penal Internacional, tratado de Roma considere crímenes de guerra el reclutamiento de menores y esclavitud sexual, si esto en la realidad no se cumple ni se hace cumplir o pensemos cuando ha ocurrido que estos organismos internacionales o gobierno nacional han dedicado algún esfuerzo en rescatar los niños y niñas que sabemos tienen en su poder los grupos armados ilegales, los jíbaros y la delincuencia común, ¡nunca!
Estos niños y niñas solo aparecen ya muertos en bombardeos, en allanamientos u operativos y en enfrentamientos de bandas criminales, pero ¡que se hiso por rescatarlos?, nada.
Este ambiente y entorno nacional tan inhóspito para la niñez hace que el niño o niña no disfrute y viva en plena felicidad degustando su ingenuidad sino que desde que aprende a gatear ya se prepara o se le prepara para enfrentar o saber afrontar el gran monstruo social que está adentro con chocolatinas o callos en los nudillos de los dedos o de los que están afuera con garrote, lazos de amarre y mirada picaresca induciéndolo a armarse de desconfianza a todo y de todos y empezando desde allí a creer que la única y mejor opción ante cualquier situación es la fuerza.
Por ello es que debemos constituir la denominada sociedad perfecta la cual no circunscribe a los niños y niñas solamente al entorno de lo familiar sino que los acoge como hijos e hijas de esa sociedad dándole cuidado y protección y aportando a su bienestar y sano desarrollo, prioridad que esta clase de sociedad da a sus hijos e hijas al punto que cualquier situación o problema que afecte a un niño o niña no solo es un problema de papá y mamá sino que es un problema social y como tal defiende a sus hijos e hijas en manada contra los depredadores reclutadores de menores, violadores y demás engendros, actuando así con el sabio entendimiento que de ésta manera no solo asegura un futuro mejor sino que también disfruta de un mejor presente.
*Abogado.
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