Por: Juvenal Bolívar/ En Colombia hemos llegado a tal estado de postración política que la elección de votar este domingo –me refiero a los ciudadanos no alienados- oscila entre los que se decidieron por el voto en blanco o los que anunciaron sufragar por el que consideran el “menos malo”.
Y es cierto, yo estoy entre los más de cinco millones de electores que votaron por Sergio Fajardo y los que decidieron no votar por ninguno en la primera vuelta. Por mi cabeza aún rondan las tres opciones: Petro, Duque y el voto en blanco ¡Qué decisión tan compleja!
Y cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) confirmó que el ‘gran’ voto protesta -el de la inconformidad, el que nos permite expresarnos en contra de las maquinarias, la mermelada y la corrupción- no sirve para nada; entonces tenemos que volver a ‘barajar’, repensar por quien sufragar para que rija los destinos del país, o sea, que le permita a mis hijos y a las futuras generaciones, una mejor sociedad.
Quedan entonces dos alternativas. Una, la de Gustavo Petro Urrego; un exguerrillero del indultado M19; que fue alcalde de Bogotá, duramente cuestionado; un excongresista crítico que logró denunciar la ‘parapolítica’; un dirigente extremadamente explosivo e izquierdo con vocación socialista; con una hoja de vida académica y profesional digna de admirar pero con un genio que no se lo aguanta nadie.
Petro parece un volador si palo, que no tiene quien lo controle, que coincidencialmente tiene un estilo tipo ‘Maduro’ que nos genera grandes dudas, las mismas que llevaron a que hoy sus aliados lo hayan ‘obligado’ a que firmara en mármol siete compromisos claves, entre ellos que respetará la Constitución –que no la cambiará a su antojo- que respetará la propiedad privada –significa que no expropiará- y que mantendrá el respeto por el resto de poderes públicos.
La otra opción es Iván Duque Márquez, “el que dijo Uribe”, quien recibió el apoyo de toda la clase política tradicional, esa misma que acompañó a Juan Manuel Santos gracias a su ‘mermelada’, que validó el Acuerdo de Paz con las Farc (y tuvo el apoyo negativo del Centro Democrático) y que hoy busca el árbol que mejor sombra le brinde.
Duque Márquez es el mismo que dijo que quería crear un solo tribunal de justicia -conformado a su antojo- tribunal éste que llevaría en sus hombros los graves procesos judiciales de todos los dirigentes del Centro Democrático, entre ellos el del ‘jefe’ mayor, Álvaro Uribe Vélez.
Pero lo grave de Iván no es su falta de experiencia en lo público (su único cargo es el haber sido congresista por cuatro años con votos ajenos), sino quienes lo rodean, lo apoyan y los manejan; que a la postre, son los mismos que hoy tienen al país hecho trizas (una expresión del mismo candidato) y que esperan seguir en el poder por cuatro años o por ocho, si es que a Uribe se le vuelve a despertar su obsesión por la reelección.
En efecto, el país no puede olvidar su pasado violento, sus altos niveles de pobreza y sus graves escándalos de corrupción. O sea, los electores no podemos volver a ser cómplices de la impunidad de quienes han gobernado este país –desde Andrés Pastrana para acá- y mucho menos sonreírle a los verdugos, que no son más que Álvaro Uribe, los principales líderes del Centro Democrático y ahora, los que se montaron en el bus del triunfo. El país no puede revivir su misma fábula pero con diferente ‘títere’.
Si Duque logra el triunfo –en sentido figurado- entonces la impunidad seguirá por muchos años más. Él no será capaz de abanderar la transparencia y la justicia porque son sus ‘aliados’ los que le han puesto la plata, los votos y el discurso ¿Cómo llevar a la cárcel a quienes le dieron la ‘patadita de la buena suerte’?
Todos los crímenes en los que están implicados Uribe y más de la mitad de su antiguo gabinete ministerial –además de asesores y hombres de confianza- gozan de total impunidad. Y algunos que fueron sentenciados por robarle y mentirle al país, vagan por el mundo mostrándose como perseguidos políticos.
Es claro que Duque no va a llevar ante la justicia a los implicados por la ‘parapolítica’, la ‘yidispolítica’ (la compra de la reelección presidencial), las ‘chuzadas’ a magistrados, periodistas y políticos; el robo del siglo llamado Agro Ingreso Seguro; los sobornos de Odebrecht; el extraño enriquecimiento de Tomás y Gerónimo; las masacres de El Aro, San Roque y La Granja; los nexos con el narcotráfico; los miles de casos de falsos positivos y la corrupción de congresistas que quisieron encubrir con el término de “cupos indicativos” o que el propio uribismo denunció como ‘mermelada’.
Y si se decidiera hacerlo, tendría que separarse del todo de Uribe (tal como lo hizo Santos), gobernar con independencia (como lo quiso hacer Santos) y decidir en favor de la patria (como intentó hacerlo Santos). Pero Duque no tiene la capacidad para llevar ante los estrados judiciales y en el peor de los casos extraditar a su mentor político.
Por eso, si Duque gana, entonces ganan todos aquellos que son los artífices de los males de Colombia, pero los ciudadanos de a pie seguiremos perdiendo… Incluso la fe y la esperanza. Entonces los invito a votar, y si es necesario, hágalo por el “menos malo”. Yo haré lo mismo.
Twitter: @JuvenalBolivar