Por: Marco Aurelio Quiroga Velasco/ Logramos desviar la ruta y aparecimos por encima de la montaña frente a un camino casi clandestino; a lado y lado por un poco más de 20 minutos la madera estaba recostada sobre la vía. Eran troncos de dos tres metros y camiones cargando en 4 estaciones o tiendas. Estábamos siendo testigos del enorme daño que la deforestación generaba en el eco-sistema; al tiempo que los carteles de la madera actuaban sin Dios ni ley en la provincia santandereana.
El ruido de la sierra es una música común, en nuestra historia, en esta lucha titánica por conservar la biodiversidad, por frenar la muerte de la flora y la fauna, por salvar el vientre de donde nace el “agua” que es el árbol.
Han pasado 14 años desde ese día y la montaña sigue llorando lodo, las carreteras de nuestro departamento no descansan de tanto derrumbe, de tanta piedra y naturaleza agredida.
Esa escena nos indica que los carteles de la madera, que la “deforestación” siguen haciendo de las suyas; y que las autoridades ambientales deben y necesitan una urgente reingeniería, con el solo propósito de erradicar este cáncer que devora sin tregua nuestra montaña y sus tesoros (el árbol, el agua).
Son miles y miles de millones de pesos que el gobierno departamental, las alcaldías, el gobierno nacional y empresas privadas invierten sin descanso para solucionar las consecuencias de esta tala que además genera pérdidas millonarias para los campesinos que ven como sus cosechas se pierden en los camiones cuando la carretera sufre por los derrumbes. La reforestación sin límites es una estrategia ambiciosa y muy efectiva, pero nada hacemos si el cartel de la tabla sigue libre, … “y muy tieso y muy majo” como la fábula de Rafael Pombo. Ese tumor necesita una cirugía, que no es otra que la cárcel para los asesinos de la biodiversidad.
Amigo lector, si en la provincia llueve, en la ciudad no escampa. Les presento al hijo mayor de la “sierra”, la “manguera”.
En las ciudades hay otro cartel, tan despiadado, peligroso e impune como el de la deforestación. el cartel de la “manguera”, que no actúa en la clandestinidad, no se esconde en la noche, sino que actúa en plena luz del día y frente a los ojos de propios y extraños. Todos los días de 7 a 10 de la mañana en Bucaramanga unas señoras vestidas de azul, gris, celeste etc., etc., salen frente a las unidades residenciales donde trabajan en oficios varios con una manguera en sus manos, y “riegan” las zonas verdes por poco más de una hora, son un ejército regado por toda la ciudad que religiosamente dos o tres días por semana cumplen sin pena la cita. Es un aguadicidio institucionalizado, donde de igual forma los guardas de seguridad de esas copropiedades reciben la orden de los administradores.
De la sierra a la manguera es una columna de opinión que pretende sin miedo, hacer la denuncia pública de este flagelo vergonzoso donde se tala el árbol matando el origen del agua y se desperdicia lo poco que se salva cuando una manguera se conecta a un grifo.
Amigo lector, el encuentro por la biodiversidad COP16 de Cali, nos invita a aceptar sin excusa alguna, la invitación para formar parte de una Generación Provida en flora y fauna, pero también el castigo jurídico para quien corta el árbol y desperdician el agua.
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*Abogado, sociólogo, profesor universitario