Por: Óscar Prada/ La Conferencia de las Partes o COP16; es una convención marco de la Organización de las Naciones Unidas sobre el cuidado de la biodiversidad; donde Colombia es anfitriona en su edición de 2024.[1]
Escenarios como la COP16 son contradictorios, cuando la biodiversidad mundial es destruida por los mismos Estados que prometen protegerla. No obstante, el mero hecho de existir en el planeta, implica impactar negativamente el medio ambiente.
Si el requisito para ser la sede de la COP fuese la inexistencia de daño ambiental; no habría anfitrión alguno en el planeta que pudiese celebrarla. Y Colombia no es la excepción, evidentemente.
Hablar de compromiso ambiental; cuando en el país anfitrión de la COP16, se han arrasado superficies de bosque amazónico, de casi el triple del área urbana de Bogotá D.C. durante el primer trimestre de 2024; es una insoportable contrariedad.
La región amazónica representa un poco más del 42% del territorio continental de Colombia; siendo el bien natural más grande a título del Estado. Infortunadamente, grandes porciones de tan rico bastión, están en manos de grupos al margen de la ley como el Estado Mayor Central, (en adelante E.M.C.).[2]
El E.M.C., carcome el Amazonas colombiano; abriendo carreteras clandestinas, talando sus árboles e implantando ganadería extensiva con alianza de las élites económicas. ¡Sí!, los intereses económicos que quizás asistieron a la COP16, les encanta también depredar los bosques de Colombia.
A modo de rehén, las áreas verdes de los territorios son cercenadas por el E.M.C. cuando el gobierno no concede lo que peticiona dicha agrupación, en los diálogos de la paz total. De allí el disparo de la deforestación a inicios de 2024 en un 40%, respecto al año anterior.
La protección de la biodiversidad dentro del territorio colombiano, depende del control del mismo por parte del Estado. Sin control territorial; es imposible adelantar las políticas que se dicten, por más innovadoras y ambiciosas que sean.
No obstante, la deforestación del bosque amazónico colombiano, es una problemática de interés planetario. Si se desea salvar al Amazonas, es necesaria la cooperación mundial; en lugar de abordarse como una situación individual de cada Estado.
El planeta es uno solo; por ende, los esfuerzos para protegerlo no pueden ser aislados. La responsabilidad ambiental no es exclusiva de los Estados asistentes a la COP16; es una tarea colectiva de los seres humanos como especie.
Depositar dinero a fondos de cooperación de la biodiversidad; es visto como una caridad; mas no como deber. Se usa como mecanismo expiatorio, por parte de los Estados más ricos que poco les ha importado el cuidado del medio ambiente planetario.
Cuando el agua sea más limitada; todos acudirán al Amazonas superviviente, como el oasis que debe compartir su preciado líquido al resto del desierto planetario. No se puede recoger solidaridad, cuando se es indiferente.
Por más convenciones internacionales que se realicen; si la cooperación efectiva sigue brillando por su ausencia; no hay mucho que se pueda hacer para evitar la destrucción de la biodiversidad planetaria. Se debe actuar como especie humana, materializando las buenas intenciones.
En síntesis, la depredación de las zonas verdes producto del abandono estatal; no fue obstáculo alguno para que Colombia cimentara su discurso idealizador y romántico, como defensora a ultranza de la biodiversidad planetaria. Un vivo ejemplo, del como guardar las apariencias ante la comunidad internacional; porque, del dicho al hecho…
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*Estudiante de Derecho
Contacto: 3017716507
X: @OscarPrada12
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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[1] Conference of parties, significación del acrónimo COP.
[2] El EMC, es un grupo al margen de la ley formado por las disidencias de las extintas FARC EP. Tiene bajo su mando grandes extensiones del bosque amazónico colombiano.