En el convulso escenario político santandereano, una nueva pugna por el control de avales legislativos ha sacudido las estructuras del Partido Liberal. El protagonista de esta disputa es Didier Alberto Tavera Amado, actual director ejecutivo de la Federación Nacional de Departamentos (FND) y exgobernador de Santander, quien ha desplegado una intensa ofensiva para evitar que la fórmula compuesta por Richard Aguilar Villa al Senado y Cristian Arguello a la Cámara reciba el respaldo oficial del liberalismo.
Según fuentes cercanas a la Dirección Nacional Liberal, Tavera ha venido ejerciendo presiones directas sobre las directivas nacionales del Partido Liberal, encabezadas por el expresidente César Gaviria y su hijo Simón Gaviria; para frenar el otorgamiento del aval a la dupla Aguilar-Arguello. La razón detrás de esta maniobra no es ideológica ni programática, sino estratégica: Tavera teme que esta fórmula compita directamente con la que él respalda, conformada por el veterano senador Jaime Durán Barrera y uno de sus pupilos, Diego Fran Ariza o Alfonso Pinto Frattali.
La influencia de Tavera en Santander es innegable. Su trayectoria como gobernador, su actual cargo en la FND y sus redes políticas y económicas le otorgan un peso considerable en las decisiones regionales. Sin embargo, su intento de bloquear el ascenso de Aguilar y Arguello ha generado tensiones internas que podrían fracturar aún más al liberalismo santandereano.
El rompecabezas de los avales
La fórmula Aguilar-Arguello representa una alianza entre dos generaciones políticas. Richard Aguilar, exgobernador y exsenador por Cambio Radical, busca regresar al Congreso bajo el paraguas liberal. Cristian Arguello, joven dirigente barranqueño, encarna una renovación que ha ganado simpatías en sectores juveniles y populares.
Pero esta dupla no es bien vista por todos. Militantes liberales de vieja guardia, así como figuras como Tavera, consideran que Aguilar representa estructuras clientelistas ajenas al ideario liberal. De hecho, se ha enviado una carta a Gaviria solicitando que se le niegue el aval, argumentando que nunca ha militado en el partido y que su inclusión podría provocar una fuga de votos.
En medio de esta disputa, Tavera ha dejado entrever que, si el Partido Liberal insiste en avalar a Aguilar y Arguello, él podría dar una “voltereta política” y solicitar el aval para su candidato a la Cámara en Cambio Radical. Esta advertencia no es menor: implicaría una ruptura formal con el liberalismo y una reconfiguración de alianzas que podría alterar el mapa electoral de Santander.
Este posible giro también se enmarca en el distanciamiento de Tavera con Miguel Ángel Pinto, a quien apoyó en las dos campañas anteriores. Pinto, ante la pérdida de respaldo, ha decidido no aspirar al Senado y en su lugar ha lanzado a su hijo, Miguel Ángel Pinto Rueda, como candidato a la Cámara por el Centro Democrático, lo que añade una capa más de complejidad al panorama.
El juego de poder detrás del telón
La disputa por los avales no es solo una cuestión de nombres. Es una batalla por el control de los votos, los recursos y las narrativas que definirán el futuro político de Santander. Tavera, con su experiencia y capacidad de articulación, busca mantener su hegemonía regional. Aguilar, con el respaldo de su padre Hugo Aguilar y su propio capital político, intenta regresar al ruedo con fuerza.
En este contexto, la figura de Jaime Durán Barrera emerge como un punto de equilibrio. Con más de dos décadas en el Senado, Durán representa estabilidad y experiencia. Su alianza con Tavera busca consolidar una fórmula que garantice continuidad y control. Pero la irrupción de Aguilar y Arguello amenaza con romper ese esquema y abrir la puerta a una recomposición del poder liberal.
Pese a las presiones de Tavera, las directivas del Partido Liberal han manifestado que no darán marcha atrás. El respaldo a Aguilar y Arguello se mantiene firme, lo que ha sido interpretado como un desafío directo a las estructuras tradicionales del partido en Santander. Esta decisión podría tener consecuencias impredecibles: desde la fragmentación del voto liberal hasta el surgimiento de nuevas alianzas interpartidistas.
¿Una implosión liberal en Santander?
Lo que está en juego no es solo un par de avales. Es la cohesión del liberalismo santandereano, que ya ha sufrido fracturas internas en el pasado. La división entre los Aguilar —Richard y Mauricio—, la salida de Pinto, la amenaza de Tavera y la irrupción de nuevas figuras como Arguello configuran un escenario de alta volatilidad.
Si el Partido Liberal no logra gestionar estas tensiones con inteligencia y apertura, podría enfrentar una implosión que debilite su presencia en el Congreso y abra espacio para otras colectividades como Cambio Radical, Centro Democrático o incluso el Pacto Histórico.
Didier Tavera ha demostrado que sigue siendo un actor clave en la política santandereana. Su capacidad de presión, su lectura estratégica y su disposición a cambiar de bando si es necesario lo convierten en un jugador impredecible. Pero también revela las fragilidades de un sistema político donde los avales se negocian más por conveniencia que por convicción.
La fórmula Aguilar-Arguello, más allá de sus controversias, representa una apuesta por renovar el Congreso con figuras que conocen el territorio. Su aceptación o rechazo por parte del Partido Liberal será una prueba de fuego para la democracia interna del partido y para la capacidad de Santander de reinventarse políticamente.
En este tablero de ajedrez, cada movimiento cuenta. Y mientras los avales se reparten, los ciudadanos observan, esperan y deciden.