Por: Pablo Arteaga/ Conversando con los mayores y escuchando a muchas personas acerca del estado de ánimo colectivo que hoy vive Barrancabermeja, hay dos afirmaciones recurrentes. Una, que nunca antes en la historia de la ciudad se había vivido una situación de ingobernabilidad como la que hoy se palpa. Y dos, estamos en el peor momento de subsistencia tanto para empresarios, comerciantes, profesionales y gente del común.
La ingobernabilidad tiene una causa, no hay autoridad civil ni política. Una canoa al ritmo de las aguas de los acontecimientos, donde solo se ve la mano poderosa de una foránea, la señora Elizabeth Lobo, actual secretaria de planeación procedente de la ciudad de Bucaramanga, chapaleando en una sola dirección como lo es la orilla de los contratistas bumangueses. Para esta señora se trata de lo que popularmente se conoce como raspar la olla a como dé lugar, ante el indetenible desenlace de la suerte judicial de su jefe el Alcalde: Su destitución.
Claro, pero en actos de verdadero riesgo quiere dejar amarrado los recursos en favor del encartado Alcalde y de allí sus piruetas para favorecer en el juego a los amigos y los socios Alcalde privado de la libertad Darío Echeverri, que aún al parecer no están satisfechos con sus gruesas utilidades. Eso es explicable en estos senderos del ejercicio del poder, sin importar las consecuencias que esto pueda acarrear desde todos los puntos de vistas y donde los mayores afectados serán los habitantes barranqueños.
Lo que no es pasable ni admisible, es que el control de la seguridad ciudadana está también al garete. Aumentan los índices de criminalidad en distintas comunas, siendo la antigua e histórica zona de Barrancabermeja tras el Hotel Pipatón el cual esta semana anunciaron su cierre definitivo, área más conocido como el barrio La Campana, donde pululan todas las formas de degradación social posible, que van desde la prostitución, microtráfico y el robo; cada vez más, convirtiendo a esta ciudad en tierra de nadie, desarrollando un fuerte pánico de los comerciantes tradicionales de la Avenida Santander y las zonas circunvecinas a la desidia del olvido, por parte de las autoridades competentes y la administración municipal. Pero allí la Lobo no aúlla y el Alcalde menos ¡Que les puede interesar!
La angustia por la situación económica arrasa la vida íntima de las personas y las familias. No fluye el dinero, no se observa planes de contingencia para el empleo, no hay oportunidades de negocios, aunque se tengan bienes que vender y servicios para ofrecer, no hay quien los compre, la economía se encuentra en un estado de coma profundo.
Es bien sabido que apenas se empieza a reactivar la vida económica, derivada en especial del aumento de los precios del petróleo. Pero lo sorprendente es que las empresas prestadoras de servicio, traen de afuera su propia camada de obreros y empleados, sin contar con la mano de obra local y eso opera también en gran escala, dentro de las dependencias de la administración municipal, también evidenciando todos los fines de semanas esas fugas de capitales hacia la capital del departamento y otras ciudades, ahondando cada día más la crítica situación de nuestra ciudad en materia económica y social !Prácticamente estamos jodidos!
Lo más grave, es el silencio de quienes deberían alzar en primera instancia la voz para reclamar, como son los miembros de la clase política, allí cero comentarios. Están al parecer amarrados a no sé qué intereses. A no se sabe que planes tendrán a futuro. Los rumores hablan de interés no muy aplaudibles. Los medios de comunicación en su gran mayoría siguen amordazados a la esperanza de que caiga alguna migaja, el cual ven cada vez más lejana. Los días de carnaval y jolgorio han tocado su fin. Los dirigentes gremiales y comunales están anestesiados no se sabe si por prudencia, temor o pérdida de reflejos frente a lo que ven. Los líderes espirituales prefieren enconcharse en sus iglesias a orar pidiendo a las grandes fuerzas espirituales que intercedan en bien de la ciudad y su feligresía.
No es extraño que la tristeza se pasee por las calles de día, de noche y en el corazón de todos nosotros; así estamos: acongojados.
Pero de nada sirve estar viviendo en ese estado emocional. Hay que empezarnos a sacudir: Barrancabermeja es compromiso de todos. Hay que empezar a hablar, a conversar, a escuchar todas las voces, a buscar soluciones conjuntas. Animarnos a soñar nuevos escenarios donde el sector empresarial navegue en la prosperidad y las comunidades tengan protagonismo en el manejo de los recursos públicos de nuestra ciudad. Tengo aun fe que eso lo podemos conseguir.
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