Por: Graciliana Moreno Echavarría/ A pocos días de iniciada la tan esperada fiesta mundialista del fútbol, nos encontramos en las redes sociales con algunos hechos bochornosos por no decir lo menos, protagonizados algunos de ellos, por hombres colombianos que aprovechando posiblemente la ingenuidad y el desconocimiento del idioma, hicieron públicas algunas manifestaciones verbales de degradación del ser femenino, con expresiones vulgares, de burla y humillación a mujeres de nacionalidad japonesa.
¿Qué similitud hay entre estas actuaciones con la protagonizada por el senador del Centro Democrático, Alfredo Ramos Maya contra la senadora Claudia López, también ocurridas recientemente?
Veamos. El senador Ramos recurre en un acalorado debate en el Capitolio Nacional a palabras de agresión como “bandida” y con micrófono apagado así lo registró una cámara de CM&- Ramos le lanzó a López una palabra de grueso calibre: “hijueputa”, le dijo. La congresista utilizó su derecho a réplica y no dejó pasar los señalamientos que anteriormente le había proferido su compañero en medio de la discusión legislativa.
Debatían un impedimento presentado por Ramos Maya, en un proyecto de ley sobre Bacrim. López cuestionó, desde Twitter, el impedimento presentado por el parlamentario del Centro Democrático y en respuesta, Ramos Maya la agrede verbalmente.
En ambos casos es evidente como aspecto central, el intento de degradación del sujeto femenino, el uso de expresiones vulgares, la actitud y comportamiento de odio, repulsión y el desprecio y la violencia estructural que se proyecta sobre el sexo femenino. A este fenómeno y práctica cultural de naturaleza cotidiana se le ha denominado misoginia. Sistemáticamente, la repulsión hacia lo femenino y las mujeres, aparece como respuesta al reconocimiento de una condición inferior.
Etimológicamente, misoginia proviene del griego misogynia, compuesta por miseo que se traduce como odio, gyne que expresa mujer y el sufijo –ia que significa acción, en resumen: Acción de odio contra la mujer.
La misoginia es una conducta practicada desde las civilizaciones antiguas, ya que la mujer es vista en algunas culturas como la causa de la tentación y de la perdición del hombre. En el cristianismo se vincula el pecado original con la mujer, en la Antigua Grecia la guerra de Troya entre algunas de sus causas se menciona la fuga de Helena por el príncipe Paris de Troya.
De igual forma se ha afirmado que existe evidencia de misoginia en la mitología de la Grecia Antigua. Ejemplo de esta afirmación es el mito de Pandora, uno de los más conocidos, el cual hace referencia según la visión del poeta Hesíodo, a que los hombres gozaban de una existencia pacífica previa a la aparición de las mujeres. Cuando Prometeo decide robar el secreto del fuego a los dioses, Zeus determina castigar a la humanidad con un “mal para su deleite”. Ese mal era Pandora, la primera mujer, quien termina abriendo un recipiente prohibido que desata todos los males. Estos relatos dan cuenta de estructuras de pensamiento que existieron y que han prevalecido a través del tiempo, cuyo elemento central ha sido la de perpetuar la subordinación femenina. Por ello la misoginia puede representarse de diferentes maneras. Estas pueden ser la denigración, la violencia, la cosificación sexual y la discriminación. Lamentablemente la misoginia no es un problema exclusivo de las sociedades conservadoras, sino que es común inclusive en aquellas comunidades consideradas progresistas.
Históricamente la misoginia también se ha manifestado bajo una sensibilidad sexualizada que se ha identificado absolutamente con las mujeres y la imagen que se proyecta de lo femenino. Las mujeres y lo femenino quedan confinadas a un dominio hipersexualizado que sustenta, legitima y satisface la libertad sexual masculina. Todo ello bajo la representación sexual o en todo caso dentro de los límites de la cosificación del cuerpo femenino, como manifestación directa de violencia de género. Y muy a pesar de los avances en el reconocimiento de derechos de las mujeres en la sociedad, éstas siguen enfrentando a una civilización misógina bajo agresiones físicas, psicológicas y simbólicas.
Aunque desde hace siglos se habita una cultura misógina, pensada, creada, organizada y ejercida por los varones; lo complejo es que hoy en día, las mujeres continúan manifestando la esclavitud hacia los varones y su sistema, al reproducir también relaciones misóginas entre ellas. Trampas de la masculinidad, que desfiguran a los verdaderos responsables y las transforman en sus cómplices o en culpables.
Para sortear estas trampas, conocerlas y sanar, es necesario iniciar el análisis y una posible deconstrucción de la misoginia entre mujeres. Pensar en que es posible inventar una civilización más humana y relaciones más dignas, basadas en el respeto si se avanza en relaciones sin misoginia, pero y esto, ¿cómo se hace? ¡Buena pregunta!
Twitter: @graciliana61