Por: Roberto Aponte/ Siempre he puesto la armonía como principio fundamental, pero a su vez he indagado y he deseado lograr y conocer dicho concepto en todo su esplendor, por eso he manifestado un gran interés en cómo funciona la naturaleza.
Se dice que, en un ecosistema, como los bosques o cualquiera donde exista una amplia comunidad de árboles, todo se encuentra conectado debido a la forma en que las funciones ecológicas de cada especie que conviven en dicho hábitat se complementan manteniendo el equilibrio y a su vez logrando un beneficio mutuo y creando diferentes colaboraciones entre todo tipo de especies. Pero dicho concepto de unión es incluso más literal de lo que pensamos.
Generalmente es mucho más fácil ver las partes externas de una planta, examinar su tronco, sus hojas y sus frutos, observar las semillas antes de sembrarlas. Pero a veces ignoramos como están las raíces, ya que claro, sería contraproducente desenterrar una planta para conocer el estado de sus partes subterráneas.
A parte de la distribución de las raíces, si estas crecen a los lados o directamente hacia abajo; hay otro aspecto a tener en cuenta, una delgada red de filamentos blancos que se expande bajo el suelo, las micorrizas.
Estas consisten en la asociación entre las hifas de hongos, conocidas como micelio y las raíces de las plantas, estas a su vez al crecer puede unirse y comunicar a varias especies vegetales por debajo del suelo. Esta red permite el flujo de nutrientes, estableciendo una relación con plantas que se encuentren incluso bastante alejadas.
Esta interacción que es conocida como mutualismo, es decir ambos resultan beneficiados; permite que la planta le otorgue al hongo los carbohidratos que sintetiza a través de la fotosíntesis y un medio donde realizar su ciclo de vida; mientras que el hongo, a su vez le permite a la planta una mejor obtención de agua y nutrientes de poca disponibilidad como el fósforo y protección contra agentes patógenos. También el hongo produce acido oxálico, el cual desgasta las superficies rocosas y le permite a la raíz expandirse a sustratos más difíciles. Además, las micorrizas ayudan a la planta a soportar determinadas condiciones como la salinidad, acidificación, cambios de temperatura, entre otras.
Las micorrizas están presentes en el 90% de las plantas, debido a esto, se encuentran en todos los hábitats y ecosistemas. Al conocer está información nos damos cuenta que está simbiosis es la responsable del éxito evolutivo de las plantas, y que a su vez garantizan un mayor bienestar y un desarrollo óptimo de estas, por lo que estos hongos son utilizados como apoyo para los cultivos y además es una alternativa sostenible para evitar el uso de fertilizantes químicos y pesticidas.
La red de micorrizas es algo que podría considerarse como un entramado de raíces blancas que tejen una compleja tela en el suelo, y todo esto ocurre a un nivel casi microscópico. Es ver como la armonía se manifiesta a un nivel minúsculo, conectando a los enormes árboles que se alzan a tratar de alcanzar el cielo y crecen hasta más de diez metros.
El hecho de que haya hablado de este hermoso fenómeno de simbiosis, el cual garantiza en gran parte la vida en nuestro planeta, es porque para mí es un ejemplo de cómo funciona la armonía y consiste en la interconexión de todos los seres vivos.
Y la armonía no solo esta manifestada en las cuidadosas y precisas fórmulas matemáticas que rigen los procesos físicos, químicos o biológicos. Los seres humanos al evolucionar y desarrollar nuestro raciocinio hemos aumentado nuestra fuerza de voluntad y nuestros deseos. Ahora como una sociedad, ya no solo interactuamos con la naturaleza para lograr nuestra propia supervivencia, ahora construimos civilizaciones y buscamos fortalecer nuestro bienestar. Aun así, debemos fortalecer ese principio de armonía, conectarnos y entender cómo funciona nuestro mundo, nuestro hogar, para poder vivir con plenitud.
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