Por: Javier Antonio Rojas Quitian/ Para el próximo 13 de noviembre ha sido convocada una “Regalaton de papa”, promovida por un gran número de productores de papa de nuestro país, como medida de protesta frente al bajo precio del tubérculo en los mercados colombianos.
Los productores alegan pérdidas aproximadas de más de $10.000 por bulto producido, señalando que producir un bulto de papa de 50 kg (4 arrobas) tiene un costo entre los 30 y 35 mil pesos, mientras que el precio de venta en las plazas mayoritarias no alcanza ni los $20.000.
Los paperos señalan que no es que el mercado esté saturado por abundancia en la producción o porque se haya dejado de consumir papa, abiertamente manifiestan que el bajo costo del tubérculo producido en Colombia, es responsabilidad exclusiva del Gobierno, en tanto no apoya la producción regulando el precio de los insumos e intermediarios, así como por la falta de control y empatía, al permitir la importación de papa precocida y congelada de países Europeos como Alemania y Holanda.
Que los productores de papa están viviendo una tragedia, es una realidad, pero que Colombia este importando papa congelada y precocida de países europeos, sorprende, más cuando contamos con zonas altamente productoras como el altiplano Cundiboyacense, Santander, Nariño, entre otros. Claramente Colombia está en la capacidad de producir la papa que consumimos, además congelarla y precocerla, no demanda un proceso industrial tan alto, entonces. ¿Por qué los campesinos productores hacen con toda seguridad esa afirmación?
Mientras buscaba información sobre el tema y pensaba en el siguiente párrafo de esta columna, recordé que hace algunos días en un supermercado tradicional de la ciudad, compré un kilo de papa congelada, listas para fritar, así que me dirigí a la nevera a revisar el empaque, en medio del escepticismo, lo primero que me llamó la atención es que la información del empaque en su mayoría estaba en inglés, pensé, cuanto han avanzado en Boyacá, Cundinamarca y Nariño que ya empacan su papa transformada en empaques con información en inglés, seguramente es para exportarla, me dije.
Al intentar seguir leyendo la etiqueta (ya que mi ingles no es tan bueno), por fin encontré su lugar de producción, Netherlands – Holanda, no podía creerlo, de repente me sentí como un traidor con el campo Colombiano, ese que gran parte de mi vida me ha dado el sustento y por fin entendí, que los productores de papa de Colombia tienen la razón. El Gobierno indolente, desprovisto de amor por su tierra, los está “quebrando” ¿Cómo un Presidente, o un Ministro de Agricultura o de comercio exterior pueden aprobar tal desfachatez, tal atropello e injusticia con los campesinos?
Ante la constante inconformidad de los campesinos y las recurrentes protestas, el Gobierno tratando de apaciguar los ánimos, destinó 30 mil millones de pesos para apoyar el gremio papero, lo que según ellos representa un beneficio actual de unos 5.000 pesos por bulto, pero, aunque agradecen la ayuda, ella no va a cambiar en nada la historia, pues simplemente estarían reduciendo aprox. en un 50% la perdida por bulto producido, aun no se garantizaría utilidad en la producción y sostenibilidad en el negocio.
El Gobierno se está equivocando en el trato dado a esta crisis, conozco perfectamente al trabajador campesino y estoy seguro que no se está buscando que el Gobierno les regale dinero, lo que se espera es que el Estado les ofrezca garantías para trabajar, para cultivar y para que sus productos puedan ser vendidos a un precio justo, nadie trabaja a perdida y los paperos como cada uno de los Colombianos con su trabajo lo que buscan es el sustento propio y de su familia, ellos merecen utilidad por su esfuerzo, merecen dignidad.
Por ello lo que los paperos reclaman es que su Gobierno y sus dirigentes, defiendan su gremio, apoyen su negocio, promoviendo canales directos de comercialización, impulsando emprendimientos y microempresas de transformación del producto, reduciendo los impuestos e intereses, pero sobre todo que le cierren las puertas a las importaciones de papa de menor calidad y precio provenientes del extranjero.
Me solidarizo con cada uno de los campesinos que con su esfuerzo cosechan sus productos en el campo, para luego no poder comercializarlo a un precio justo y digno, me uno a su protesta, a su causa y lo haré comprometiéndome a no volver a comprar papa precocida o congelada proveniente del exterior, hágalo usted también, antes de comprar miremos la etiqueta. Compremos colombiano, apoyemos lo nuestro.
*Exalcalde de Sucre (Santander), Administrador de Empresas, Especialista en Gestión Pública y Magister en Políticas Públicas y Desarrollo.
Twitter: @Javierrojasqui