Por: Claudia Acevedo Carvajal/ ¿Qué es la violencia psicológica y emocional? La violencia psicológica y emocional se caracteriza por un conjunto de actitudes y comportamientos que buscan controlar, manipular y desempeñar la autoestima de la pareja. A diferencia de la violencia física que está directamente presente y es fácil de identificar, la violencia emocional es insidiosa y difícil de distinguir. Se presenta en discursos mordaces, humillaciones, burlas, control obsesivo, manipulación, amenazas, extorsiones y aislamiento.
Además, quienes emiten este tipo de violencia lo hacen con “normalidad”, empleando diferentes sutilezas para comenzar a ejercer poder de control sobre la víctima sin que ésta lo note inmediatamente. La naturaleza de esta violencia está intrínsecamente ligada a las dinámicas de poder y control en la relación entre la pareja. A través de un constante deterioro de la autoestima de la víctima, el abusador busca crear un vínculo de dependencia emocional que lo mantenga atado a él. Este patrón genera un círculo vicioso en el que la víctima, en lugar de buscar apoyo e independencia, siente que cada día más no podrá salir de la relación, o, peor, siente que de alguna manera merece el maltrato.
Sin embargo, al descubrir “Dinámicas de Poder”, uno de los aspectos más críticos a tener en cuenta es la relación entre la violencia psicológica y emocional y la cuestión del poder y el control. Por lo tanto, es importante entender que este tipo de abuso no aparece tan fuerte, sino que es el fruto de un sistema en el que el agresor gradualmente socava la autoestima y la autonomía de la víctima. Puede comenzar con algunos comentarios afilados o pequeños insultos que evolucionarán con el tiempo en ataques regulares contra el sentido de autoestima y valía de una persona. Una de las tácticas comunes es la manipulación emocional cuando se trata de culparse o jugar con sentimientos de culpa de la víctima. “Si realmente me amaras, harías esto por mí” o “eres demasiado sensible, no es gran cosa”, son ejemplos clásicos de lo que distorsionan la realidad y hacen que la víctima piense que sus quejas son irracionales o que no tiene derecho a tener emociones.
También es común el gaslighting, una forma de abuso psicológico en la que el agresor manipula la realidad de la víctima y la hace dudar de sí misma, dudar de su memoria, juicio y cordura. Utilizan esta técnica para hacer que la gente esté enamorada de ellos en busca de aprobación y validación, en lugar de notar que están siendo abusivos. Lo más alarmante acerca de tales situaciones es que muchas de ellas están normalizadas. Muchas culturas y sociedades desarrollan la constante vigilancia del cuidado y la protección de tu ser querido, lo que significa que este es un tipo de violencia normal.
La violencia psicológica y emocional puede tener repercusiones devastadoras para la salud mental. La mayoría de las víctimas desarrollan algún tipo de trastorno de ansiedad, depresión y, en muchos casos, trastorno de estrés postraumático. Además, el daño psicológico acumulativo puede resultar en una caída extrema de la autoestima y confianza en uno mismo y control sobre la vida propia. El daño es insidioso: al principio, la persona abusada no ve los signos del abuso, ya que el daño es sutil.
Sin embargo, con el tiempo, estas acciones pueden tener un impacto significativo en la percepción de sí mismos y en la capacidad de establecer límites saludables. La víctima comienza a creer en los registros de las palabras de un abusador: que su vida no tiene valor, que no es lo suficientemente buena, que no la amará nadie más. Además, el abuso vinculado al trauma suele estar vinculado a un aislamiento social; el agresor a menudo controlará amigos o familiares con los que la persona abusada puede hablar y alejar a esa persona abusada, lo que la deja emocionalmente postrada. La persona abusada se aísla y se siente sola y sin esperanza: se siente atrapada en la relación, sin fuerzas para alejarse y nadie a quien acudir.
También hay una barrera significativa para que las víctimas denuncien o busquen ayuda: el estigma. La violencia emocional no deja signos visibles, lo que a menudo hace que las víctimas duden de la gravedad de su dolor. Las expresiones como “si no te pega, no es tan grave” o “seguro es algo pasajero”, son comunes en las conversaciones sociales, lo que perpetúa la inacción sobre esta forma de maltrato. Incluso dentro del marco jurídico, es común que la violencia psicológica y emocional sea difícil de probar, lo que a menudo reduce las opciones de las víctimas para obtener justicia o protección.
Contra la violencia psicológica y emocional, el primer paso para el cambio es el reconocimiento. Como sociedad, es vital que aprendamos a identificar las señales de abuso y les otorguemos la gravedad que se merece. Educar a las personas sobre las dinámicas de poder en las relaciones de pareja y sobre los efectos de la violencia emocional es vital para la prevención y el tratamiento adecuado del fenómeno.
Desde un punto de vista crítico, debemos cuestionar las narrativas sociales que legitiman el poder desigual en las relaciones de pareja. La violencia emocional no se reduce a un problema de “drástica pareja. Es un fenómeno profundamente enraizado en estructuras desiguales de poder que legitimar el control y la sumisión en las relaciones. Desafiar estas normas es un acto de justicia social en el que no solo se trata de cambiar las relaciones individuales, sino de transformar la forma en que la sociedad entera ve y actúa sobre la violencia.
Además, es crucial que todos los terapeutas de la salud mental estén capacitados para identificar y tratar los efectos devastadores de la violencia psicológica y emocional. En su caso, las terapias de pareja se deben centrar en el debilitamiento activo de las dinámicas tóxicas de poder y control, además de que las víctimas deben recibir la ayuda necesaria para recuperar la autoestima y sentirse con la autonomía suficiente.
La crítica del silencio en torno a la violencia psicológica y emocional debería aumentarse para examinar cómo incluso la internacionalización de estos signos pone de manifiesto qué tanto estamos dispuestos a seguir sosteniendo estas ideas de poder. Como psicóloga, creo que mi trabajo en la eliminación de la violencia psicológica debe ser tan individual como colectivo. A nivel personal, educo para identificar el abuso, ya sea en nuestras propias relaciones o en las de quienes nos rodean. A nivel colectivo, significa que abogo por esfuerzos legales, sociales y psicológicos.
Solo después de un esfuerzo consciente y sostenido podemos comenzar a desentrañar trabajos estructura que apoyan este ciclo de abuso en silencio.
…
*Psicóloga, Magister en Psicología Jurídica y Forense Técnica en Investigación judicial y criminal.
LinkedIn: Claudia Acevedo
Es muy interesante conocer sobre la violencia Psicológica, soy funcionario público y a día recibimos denuncia sobre violencia psicológica y me es muy interesante conocer más sobre el tema
Soy funcionario judicial y día a día recibimos denuncia sobre el tema