Vocación, servicio. “Mis hijos son el motor por el que cada día me levanto y sigo adelante”, aseguró Ana María Remolina, Gestora Social del Municipio de Pinchote, para quien la sonrisa de un niño o el apoyo a una mujer que lo necesita son su mayor motivación para seguir a cada paso y sentir que el trabajo de corazón logra mejores resultados.
“David Felipe, María Fernanda y Daniel Santiago, son mi mayor orgullo y mi motor, para todos los días levantarme y seguir”, aseguró sin ninguna duda, Ana María Remolina Báez, gestora social del municipio de Pinchote, muy orgullosa de sus tres hijos. Y por ello asegura que, “por encima de todo madre de sus hijos y esposa de Hernando Bohórquez García, el mejor alcalde que ha tenido Pinchote”.
Se define como “una mujer soñadora, lo que me propongo lo he logrado conseguir de la mano de mi esposo. Me considero una persona bondadosa. Me conmueven mucho los niños. Siento que ellos no debieran, por ninguna razón, estar pasando por ninguna necesidad”.
Relata que, “en la gestión social que realizo en la Alcaldía y con la comunidad siempre me he sentido muy respaldada, gracias a que tengo a mi lado un excelente equipo de trabajo, lo que nos permite realizar un buen desempeño”.
Para la Gestora Social de Pinchote el sector más importante, en el que concentra su gestión desde el primer día, no es otro que el de los menores de edad, tanto por la ternura que le generan como por el motor que tiene en la casa, sus tres hijos, de quienes afirma aprender cada día porque la escuchan y ella los escucha.
Ese trabajo con la niñez es uno de los aspectos que resalta como más importante porque es en el tema que se ha enfocado y no necesitó estudiarlo para conocerlo, su rol de esposa y madre fueron la mejor escuela para conocer en cada momento los aspectos en los cuales enfocar el desempeño de ella y su equipo.
“Me he centrado en la niñez”, dijo Ana María y resaltó que se trata de darles a los menores “la importancia en muchos aspectos en los cuales como adultos pasamos por alto. Como madre entiendo los quehaceres de los menores en la escuela, en la casa, en las necesidades que se puedan presentar cuando no se tiene todo a la mano. Por ello entre mi equipo de trabajo de madres de los niños pinchotanos, estoy acompañada de sicólogas, trabajadoras sociales, monitoras, hasta las mismas profesoras son fuente de generación de caminos para atender a los menores y sobre todo en los renglones menos visibles pero que a veces son los más necesarios, por ejemplo tener a alguien que los escuche, les aconseje, y eso no tiene costo, solo tiempo que les es muy valioso y les genera confianza para trabajar de la mano con los adultos que los escuchan”.
Ana María, expresó que su foco es la población vulnarable. “Siempre me he enfocado en el cómo ayudar a las personas más necesitadas, de pronto llevando algo de alegría en los momentos que más lo necesitaban. Siempre he estado dispuesta y pendiente de ese aspecto, ayudar a quien más lo requiere. Siento, muy dentro del corazón, que de una u otra forma, en algún momento, le logrado cambiar la vida a muchas personas y ellas han podido dejar atrás esos momentos malos que estaban pasando”.
Ese, dijo la gestora social de Pinchote, “es como mi granito de arena que le aporto a quien lo necesita. No lo hago sola, es un equipo el que trabaja conmigo. Pero también debo agradecerle a mi esposo, porque como Alcalde me permitió ese espacio de hacer visible nuestro aporte a la administración trabajando en equipo, con lo cual me impulsó y nos permitió hacer eventos para todos los pinchotanos, me tuvo confianza y le hemos sabido responder y la comunidad ha podido disfrutar diferentes espacios, celebraciones del Día de la Mujer, del Día de la Madre, del Mes de la Niñez, en la Navidad, las primeras olimpiadas especiales (para personas con discapacidad) entre otras”.
Esas celebraciones siempre fueron un trabajo conjunto tanto del equipo de la gestora social como de la administración municipal, con un alcalde que respalda, por eso dice Ana María que en ocasiones se desplazaron (en pandemia) a las veredas a atender a la gente de la zona rural.
“Nos desplazábamos con mi equipo de trabajo en la Navidad, fueron diferentes días, porque son varias veredas y siempre llevamos el show navideño. Buscando eso, que los niños pasen una Navidad diferente, así mismo durante la pandemia y para evitar aglomeraciones, en cada vereda celebramos el Día de la Madre, el Día de la Mujer, el Día de los Niños, llevando un poco de esperanza en esos momentos tan difíciles de nuestra historia”, recuerda con alegría.
El esfuerzo que hace la gestora es loable: “Sé que esos detalles les gustan y son entregados con todo cariño. Comprarles algo bonito a los menores, darles un recuerdo a las madres, un compartir a las mujeres, siempre con el apoyo de la administración, y siento, de verdad, que en ocasiones parecía que a muchos de los niños esos detalles que les entregábamos podían ser los únicos que recibían de Navidad, cada sonrisa de las mujeres, los gestos de gratitud de las madres, el abrazo de una persona con capacidades diversas, entonces lo hacíamos con más cariño, sí se puede, y de corazón”.
Su sensibilidad contrasta con esa fuerza que tiene para que las cosas salgan bien. “Todo evento que organizamos siempre lo hemos hecho con toda la alegría, responsabilidad y cariño. Juntando todos los eventos podemos decir que les dimos la importancia que merecen los niños, las mujeres, las personas vulnerables. Darles esa importancia y darles esos ratos de esparcimiento me parece que es lo más importante”, precisa.
Y de esa forma Ana María trata desde Pinchote lograr el país que sueña, “un país libre de maltrato infantil, libre también del maltrato a la mujer, el respeto a los adultos mayores, la inclusión de los vulnerables. Me parece que el país que sueño es donde todos tengamos oportunidades sin ningún distingo. Un país de sueño es donde los niños, las madres, las mujeres y los vulnerables sean muy felices, como ellos lo merecen”.