Por: Ruth Stella Catalina Muñoz Serrano/ La acción de respirar que me permite mantenerme conectado con el presente y el ahora, en donde hacemos una pausa para dejar de correr y estar en el momento, desconectarnos del celular cuando compartimos con la familia o amigos, donde podemos respirar profundo.
¿Cuándo fue la última vez que respiraste profundo? El poder disfrutar es incluso un detalle muy especial hacia mi cuerpo, en donde desde el merecer me permito recibir lo que estoy viviendo y entender hacia donde debo caminar, pero parece soñador, contrastado con la realidad, donde todos son afanes y estrés.
Aunque es una técnica de relajación, simbólicamente, es un acto de conciencia que nos permite recordar que no somos maquinas, que no tenemos por qué vivir en automático, por inercia; quizá muchas expresiones coloquiales nos han enseñado a trascender el sufrir como estilo de vida, porque toca hacer todo, toca trabajar, toca respirar, toca, toca y toca.
El permitirnos sentir y disfrutar no está relacionado con la capacidad económica, el dinero no define que tan felices podemos o no ser, pero la esencia se pierde cuando la necesidad sobrepasa la conciencia, es decir, si necesitamos trabajar, si necesitamos comer y si tenemos compromisos financieros, pero todo esto suena como a una obligación y no como, a una vida que podemos seguir construyendo y decidiendo, solo se torna como una obligación, pero no como algo que está bajo mi responsabilidad.
La mera palabra cambia la forma en que se hacen las cosas, es decir, si yo me predispongo con que “toca hacer algo” mi corporalidad no va contenta a hacerlo, pero si se hace porque me permito hacerlo, quiero hacerlo o sencillamente me nace hacerlo, ya automáticamente la desprogramación es increíble, nos tomamos entonces demasiado tiempo en lo que nos toca, pero no en valorar la vida que tenemos.
No podemos construir el bienestar desde la necesidad, desde la queja y la amargura, es totalmente mi responsabilidad reaccionar antes las cosas que ocurren, pero, también, es necesario entender que si la mente está saturada de pendientes, miedos o preocupaciones; ¿cómo va a producir paz o tranquilidad?
Desde el autocuidado, esta es una invitación a que podamos respirar profundo, parar, organizar nuestra mente y continuar caminando con objetivos claros, que apunten a nuestro bienestar; primer paso para regularnos emocionalmente, sin tener que explotar cada tanto tiempo, sin que la ansiedad me ahogue.
Permitiéndome entonces no romantizar respirar o disfrutar, sino, darle el valor que debe tener cada una de estas acciones en nuestra vida, un espacio que puede marcar la diferencia entre reaccionar impulsivamente y tomar decisiones de forma consciente.
¡Es tu salud mental, hazlo por ti!
…
*Docente, Psicóloga (UNAD), Especialista en Gerencia de Proyectos (Uniminuto), Magister en Psicología comunitaria (UNAD).
Facebook: RuthSCata
Twitter: PsiRuthSCata
Instagram: psicologaruthscata